El año pasado la mitad de la capacidad energética que se instaló en todo el mundo perteneció a las llamadas fuentes 'verdes'.
A nadie se le escapa que los combustibles fósiles tienen los días contados y que sus sustitutos deben ser más 'limpios' y abundantes que el carbón, el petróleo o el gas. Por eso, la mayoría de los países ha decidido apostar buena parte de sus fichas a la energía solar, la eólica y la hidroeléctrica.
Según el último informe de la Asociación Internacional de la Energía (AIE), la mayor penetración de estas fuentes ha logrado que a pesar de que la economía mundial creciera un 3% el último año, las emisiones contaminantes se mantuvieran estables por primera vez en los últimos 40 años, al margen de las crisis económicas.
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